El problema está en que esa torta está rellena de una descomunal cantidad de salchichas, queso, rodajas de jitomate -el tomate de toda la vida-, un muro de jamón, tocino, bisteck, huevo, camiseta de japón aguacate y cebolla. Ha sido una semana que el recuerdo no borrará con facilidad. Unos excelentes anfitriones chilanguitos como Marcela y Dario, gente tan amable como Raulito -su chofer- quien me explicó que «en México se puede conseguir casi todo si uno le da una propina al funcionario» y Martuchi -cocinera y encargada de la casa- que me preparó unas ricas tortas, mi desayuno diario a base de tostadas, mantequilla y mermelada, un dulce chocolate caliente oaxaqueño y una refrescante bebida de jamaica entre otras suculencias.